Como consecuencia del fallecimiento de los represores que fusilaron a Pablo Martinelli en 1976, la jueza federal de Resistencia, Zunilda Niremperger, dejó asentado que su muerte no fue «accidente» sino «homicidio» y ordenó la corrección de la partida de defunción. El reclamo de la familia que había pedido «la confirmación de la verdad para las próximas generaciones».