Pensando en la campaña y golpeado por las últimas encuestas, Gustavo Sáenz activa un plan de recuperación electoral para volver a ser competitivo de cara a las elecciones del año que viene. En las últimas horas, junto a sus asesores más cercanos, diseñó una estrategia para ocultar debajo de la alfombra a los problemas de gestión. Su equipo, más rápido para la campaña política que para la gestion pública, ya armó agenda y comenzó a trabajar al respecto.
Por un lado, se definió apostar todo a lo mejor que tiene: su carisma personal como herramienta para seducir votantes. Lo veremos cantando, tocando la guitarra y festejando junto a sus militantes para construir una puesta en escena de cercanía con “la gente”. Mucho de esto ya se puede encontrar en las últimas fotos y videos, festejando por Argentina o en festivales, que recorren la prensa y las redes sociales. Nada nuevo, la misma estrategia que aplicaron en 2019 con mucho éxito: sonrisas, abrazos y promesas para el futuro. Al respecto, una pequeña gran diferencia con la campaña anterior: Sáenz ahora está gobernando. ¿Alcanza con prometer lo que va a hacer si gana? La gestión ya está en sus manos. ¿Podrá correr el eje de los problemas y volver a pedir un cheque en blanco por cuatro años más? Sus asesores están convencidos de eso.
Para eso, se tomó la decisión de cargar toda la responsabilidad de la gestión sobre el gabinete actual y sus funcionarios. Uno por uno, irá desmarcándose de la emergencia por la falta de agua, los incendios, la deficiente atención en los hospitales públicos y la inseguridad. Con este recambio de gabinete, los funcionarios salientes se llevarán la responsabilidad de todo lo que salió mal y Sáenz volverá a decir que “hace todo lo que puede”.
Tras la renuncia del Ministro de Salud, Juan José Esteban, que dejará el cargo el próximo 27 de diciembre en medio de una crisis sanitaria nunca vista en la Provincia, el propio Gobernador anticipó más cambios en el gabinete. Se mostró muy crítico con sus propios funcionarios y manifestó: “siento que me acompañan, muchas veces me enojo porque yo voy a 200 kilómetros y ellos no llevan esa misma velocidad, pero eso depende de cada uno”. Todo esto, pocos días después de haber hecho lo mismo con el Ministro de Seguridad, otra de las áreas sensibles, hoy prácticamente tomada por el narcotráfico.
Estas declaraciones caen justo después de que se filtre una encuesta que pone de relieve que el hartazgo general de la población a causa de la crisis hídrica, sanitaria y económica impactó fuerte en la imagen del Gobernador y en la evaluación que hacen los salteños de su gestión. En una entrevista con El Acople, Sáenz aseguró que “falta coordinación entre algunos ministros o están con otras cosas y no se preocupan de lo importante o lo urgente”, despegándose del accionar de sus ministros y de su rol de líder como gobernador de Salta.
¿Acaso el gobernador no eligió, coordinó y lideró a su gabinete de ministros? ¿Dónde estaba Sáenz cuando todo esto pasaba? Resulta curioso. El gobernador actual desarrolló, como nadie, una habilidad especial para patear siempre la pelota afuera. La culpa es de la pandemia, el gobierno nacional, la guerra de Rusia, las sequías, las inundaciones, los vecinos… y ahora hasta su propio gobierno, pero nunca culpa suya.
Irónicamente, en la misma entrevista, ratificó su pelea por la reelección y manifestó que en cuatro años no son suficientes para llevar a cabo las políticas que son necesarias en Salta para mejorar la calidad de vida de su población. “A mí me encantaría. Cuatro años es poco y ocho es suficiente. Quiero que la gente mida a este gobernador por lo que ha dicho y ha hecho, y no por lo que dice”, cerró.